Mente positiva o negativismo estratégico: ¿Cuál es la clave del éxito?




En los últimos años todo parece indicar que estamos bajo el imperio del optimismo. El pensamiento positivo es “cool”, vende muchísimos libros de autoayuda y consagra para la posteridad a los gurús que llenan su timeline en Twitter con frases hechas que probablemente tienen mucha buena intención pero que están exentas de aplicabilidad y valor real.

Pero la verdad es que si tan solo prestásemos un poco de atención, el éxito no guarda tanta relación con el pensamiento positivo como con una serie de comportamientos y competencias concretas: tener objetivos bien definidos, poseer la motivación adecuada, conocer nuestros límites y potencialidades, ser perseverantes… De hecho, el celebérrimo estudio realizado por Lewis Terman en el ya lejano 1921 demostró que el éxito de los niños superdotados no está en su inteligencia sino en la perseverancia. De la misma forma, un estudio mucho más reciente publicado en Psychological Science nos alerta sobre los riesgos del pensamiento positivo afirmando que puede ser una buena técnica pero no para todos ni para todo porque podría convertirse en un peligroso efecto boomerang.

De hecho, existe una realidad que usualmente esconden los gurús de la Psicología Positiva. Y es que las cosas podemos hacerlas aún si no estamos del humor justo. Tanto es así que se ha demostrado que las mujeres que viven en los países desarrollados gestionan mucho mejor la economía que los hombres ya que estos tienden a abandonarlo todo o caer en la depresión.

¿Es que las mujeres aplican más la Psicología Positiva? No lo creo. Probablemente todo se deba a que culturalmente, han desarrollado un mayor sentido de la responsabilidad para con la familia y esto las impulsa a continuar adelante sin desfallecer. Entonces la conclusión que podríamos extrae es que podemos sentirnos mal y tener ganas de escapar pero igualmente seremos capaces de llevar adelante un proyecto. Claro, probablemente no nos sentiremos particularmente felices y relajados pero podríamos obtener buenos resultados.

Además, a veces pensar en negativo también es productivo. Por ejemplo, si piensas que podrías perder tu empleo posiblemente esto te motivará a buscar otras alternativas que podrían ser incluso más interesantes de la actual. Es como la relación entre el eustrés y el distrés. Un poco de eustrés es positivo porque nos brinda la energía necesaria para emprender nuevos proyectos o solucionar problemas particularmente difíciles.

Y es que realmente nuestro éxito ante la vida no depende tanto de nuestros pensamientos positivos sino de nuestra actitud, de nuestra capacidad para asumir las responsabilidades y de nuestras capacidades para emprender nuevos retos. Recordemos que un pensamiento sin una acción subsiguiente es tan improductivo como una danza india para llamar la lluvia.

Escrito por Jennifer Temática: Desarrollo Personal

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