Un viaje a la Psique Humana
Escribe WILLIAM J. KOLE
Aniversario Freud
VIENA-. En el Café Freud, un pintoresco bar a dos cuadras del departamento donde Sigmund Freud buceó en la psiquis humana, un cartel conocido en el mundo entero atrae inmediatamente la mirada.
Es una caricatura de perfil del adusto padre del psicoanálisis, cuya nariz y cejas se funden con la imagen de una mujer desnuda. “Lo que todo hombre tiene en mente“, dice la irónica inscripción, pero la verdadera pregunta podría ser: ¿Qué diría tu mamá?
Alegría y tristeza, soberbia y humor: así es como el mundo visualiza a Freud, cuyo legado aún es objeto de veneración e injurias al cumplirse el 150 aniversario de su muerte.
Por cada seminario académico sobre sus teorías innovadoras acerca de la neurosis, el narcisismo o el complejo de Edipo, hay un chiste de analistas, una escena de Woody Allen o un lapsus linguae freudiano que viene a la mente.
El poeta inglés W.H. Auden lo pronosticó en 1939, al morir Freud, cuando dijo que éste ya “no es una persona sino todo un clima de opinión“.
“Muy pocas personalidades han ejercido un impacto tan fundamental y significativo sobre la historia cultural contemporánea como Sigmund Freud“, dijo el presidente austríaco Heinz Fischer, un estudioso del derecho que siempre lee “con placer” a Freud y es el supervisor oficial de los actos oficiales por el aniversario.
Se está montando una exhibición especial llamada “El diván” en su apartamento de la Berggasse 19, ahora Museo Sigmund Freud. Los planes incluyen exhibiciones de pinturas realizadas por pacientes psiquiátricos, películas y un simposio internacional sobre psicoanálisis.
Su rostro barbudo y meditabundo aparece en las carátulas de revistas que lo comparan con Copérnico y Darwin, un pensador genial que cambió de manera radical la concepción de la mente.
El doctor Peter Kramer, psiquiatra estadounidense que está escribiendo una biografía de Freud, dice en pocas palabras: “Popularizó la psicología“.
Después de Freud, dice, resulta más fácil hablar de sexo y agresión, y sus ideas provocaron una oleada de interés en la realización personal y sexual en las primeras décadas del siglo XX.
Muchas ideas de Freud han sido modificadas o desechadas, y los mismos psicoanalistas difieren en el cuanto al grado en que se atienen a las enseñanzas del maestro. Pero todos adhieren a los conceptos freudianos fundamentales de que la conducta humana obedece a motivaciones inconscientes y que todos tratan de excluir de la conciencia sus motivaciones subyacentes, dijo Elisabeth Young-Bruehl, psicoanalista en Nueva York.
En concreto, la mano de Freud aparece en conceptos tan difundidos como el de que el apoyo a los hijos es tan necesario como la disciplina, o que las experiencias de la infancia tendrán una fuerte influencia en la edad adulta, dijo el psicólogo James Hamsell, de la Universidad de Michigan.
“La sola idea de hablar con un terdos por (Freud)”, dijo Hansell. Aún hoy, “ayuda a decenas de miles de personas“, añadió.
Consumidor de cocaína convencido de que podría tener las propiedades de una panacea, Freud creía que tal vez la terapia con medicamentos llegarían a reemplazar al psicoanálisis. Pero hoy, una no ha reemplazado al otro; más bien, han conformado una sociedad eficaz.
La depresión responde mejor a la terapia cognitiva-conductista combinada con antidepresivos que a las píldoras solamente, dice el doctor Joseph Coyle, psiquiatra de Harvard.
No es psicoanálisis, pero “creo que (Freud) sentó las bases para que los clínicos desarrollaran intervenciones terapéuticas habladas que son muy eficaces“, dijo Coyle.
Algunas de sus obras más conocidas han inspirado a legiones de comediantes y humoristas: el complejo de Edipo, la envidia del pene, la sexualidad infantil, la etapa anal, la interpretación de los sueños.
“Es un chiste conocido que los conductores de taxi en la Argentina leen a Freud, pero es la verdad“, dice Young-Bruehl.
En el Museo Freud de Viena, donde se exhiben su chapa de “Prof. Dr. Freud“, sus diplomas, sombrero y bastón, la tienda vende camisetas con la inscripción “Analízame“.
¿Ofendería esto a Freud? Probablemente no. Sin duda, tenía sentido del humor, como lo revela su conocida frase, “A veces, un puro no es más que un puro“.
Freud no es santo de la devoción de muchas mujeres, a quienes alguna vez calificó de “continente oscuro“.
“Mi abuelo era un hombre bueno y cariñoso, pero no entendía en absoluto la sexualidad de la mujer“, dijo su nieta Sophie Freud, de 82 años -que emigró a Estados Unidos en 1942 y fue asistente social-, entrevistada por el semanario austríaco Profil.
Su actitud hacia la homosexualidad era ambivalente; aunque algunos estudiosos dicen que la consideraba una perversión, en cierta ocasión sostuvo que “sin duda, no es una ventaja, pero no es nada de qué avergonzarse“.
De familia judía, ateo confeso, Freud nació en lo que entonces era el Imperio Austrohúngaro, hoy República Checa, el 6 de mayo de 1856. Pasó la mayor parte de su vida en Viena, pero huyó de la persecución nazi en 1938 y se radicó en Inglaterra, donde murió de cáncer el 23 de septiembre de 1939.
Su afición por los puros fue su perdición. En lo que fue acaso un ejemplo macabro de su propia teoría de la fijación oral, se dice que fumaba una caja por día, incluso después que un tumor maligno obligó a extirparle la mandíbula.
NOTA: El periodista de ciencias Malcolm Ritter contribuyó a esta historia desde Nueva York.
Museo Sigmund Freud: www.freud-museum.at
Aniversario Freud
VIENA-. En el Café Freud, un pintoresco bar a dos cuadras del departamento donde Sigmund Freud buceó en la psiquis humana, un cartel conocido en el mundo entero atrae inmediatamente la mirada.
Es una caricatura de perfil del adusto padre del psicoanálisis, cuya nariz y cejas se funden con la imagen de una mujer desnuda. “Lo que todo hombre tiene en mente“, dice la irónica inscripción, pero la verdadera pregunta podría ser: ¿Qué diría tu mamá?
Alegría y tristeza, soberbia y humor: así es como el mundo visualiza a Freud, cuyo legado aún es objeto de veneración e injurias al cumplirse el 150 aniversario de su muerte.
Por cada seminario académico sobre sus teorías innovadoras acerca de la neurosis, el narcisismo o el complejo de Edipo, hay un chiste de analistas, una escena de Woody Allen o un lapsus linguae freudiano que viene a la mente.
El poeta inglés W.H. Auden lo pronosticó en 1939, al morir Freud, cuando dijo que éste ya “no es una persona sino todo un clima de opinión“.
“Muy pocas personalidades han ejercido un impacto tan fundamental y significativo sobre la historia cultural contemporánea como Sigmund Freud“, dijo el presidente austríaco Heinz Fischer, un estudioso del derecho que siempre lee “con placer” a Freud y es el supervisor oficial de los actos oficiales por el aniversario.
Se está montando una exhibición especial llamada “El diván” en su apartamento de la Berggasse 19, ahora Museo Sigmund Freud. Los planes incluyen exhibiciones de pinturas realizadas por pacientes psiquiátricos, películas y un simposio internacional sobre psicoanálisis.
Su rostro barbudo y meditabundo aparece en las carátulas de revistas que lo comparan con Copérnico y Darwin, un pensador genial que cambió de manera radical la concepción de la mente.
El doctor Peter Kramer, psiquiatra estadounidense que está escribiendo una biografía de Freud, dice en pocas palabras: “Popularizó la psicología“.
Después de Freud, dice, resulta más fácil hablar de sexo y agresión, y sus ideas provocaron una oleada de interés en la realización personal y sexual en las primeras décadas del siglo XX.
Muchas ideas de Freud han sido modificadas o desechadas, y los mismos psicoanalistas difieren en el cuanto al grado en que se atienen a las enseñanzas del maestro. Pero todos adhieren a los conceptos freudianos fundamentales de que la conducta humana obedece a motivaciones inconscientes y que todos tratan de excluir de la conciencia sus motivaciones subyacentes, dijo Elisabeth Young-Bruehl, psicoanalista en Nueva York.
En concreto, la mano de Freud aparece en conceptos tan difundidos como el de que el apoyo a los hijos es tan necesario como la disciplina, o que las experiencias de la infancia tendrán una fuerte influencia en la edad adulta, dijo el psicólogo James Hamsell, de la Universidad de Michigan.
“La sola idea de hablar con un terdos por (Freud)”, dijo Hansell. Aún hoy, “ayuda a decenas de miles de personas“, añadió.
Consumidor de cocaína convencido de que podría tener las propiedades de una panacea, Freud creía que tal vez la terapia con medicamentos llegarían a reemplazar al psicoanálisis. Pero hoy, una no ha reemplazado al otro; más bien, han conformado una sociedad eficaz.
La depresión responde mejor a la terapia cognitiva-conductista combinada con antidepresivos que a las píldoras solamente, dice el doctor Joseph Coyle, psiquiatra de Harvard.
No es psicoanálisis, pero “creo que (Freud) sentó las bases para que los clínicos desarrollaran intervenciones terapéuticas habladas que son muy eficaces“, dijo Coyle.
Algunas de sus obras más conocidas han inspirado a legiones de comediantes y humoristas: el complejo de Edipo, la envidia del pene, la sexualidad infantil, la etapa anal, la interpretación de los sueños.
“Es un chiste conocido que los conductores de taxi en la Argentina leen a Freud, pero es la verdad“, dice Young-Bruehl.
En el Museo Freud de Viena, donde se exhiben su chapa de “Prof. Dr. Freud“, sus diplomas, sombrero y bastón, la tienda vende camisetas con la inscripción “Analízame“.
¿Ofendería esto a Freud? Probablemente no. Sin duda, tenía sentido del humor, como lo revela su conocida frase, “A veces, un puro no es más que un puro“.
Freud no es santo de la devoción de muchas mujeres, a quienes alguna vez calificó de “continente oscuro“.
“Mi abuelo era un hombre bueno y cariñoso, pero no entendía en absoluto la sexualidad de la mujer“, dijo su nieta Sophie Freud, de 82 años -que emigró a Estados Unidos en 1942 y fue asistente social-, entrevistada por el semanario austríaco Profil.
Su actitud hacia la homosexualidad era ambivalente; aunque algunos estudiosos dicen que la consideraba una perversión, en cierta ocasión sostuvo que “sin duda, no es una ventaja, pero no es nada de qué avergonzarse“.
De familia judía, ateo confeso, Freud nació en lo que entonces era el Imperio Austrohúngaro, hoy República Checa, el 6 de mayo de 1856. Pasó la mayor parte de su vida en Viena, pero huyó de la persecución nazi en 1938 y se radicó en Inglaterra, donde murió de cáncer el 23 de septiembre de 1939.
Su afición por los puros fue su perdición. En lo que fue acaso un ejemplo macabro de su propia teoría de la fijación oral, se dice que fumaba una caja por día, incluso después que un tumor maligno obligó a extirparle la mandíbula.
NOTA: El periodista de ciencias Malcolm Ritter contribuyó a esta historia desde Nueva York.
Museo Sigmund Freud: www.freud-museum.at
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