Somos creativos pero no sabemos cómo ni por qué



La creatividad es una de las áreas más apasionantes de la Psicología pero a la misma vez una de las más mistificadas y menos exploradas. Comprender el proceso mental de las personas altamente creativas e intentar replicarlo continúa siendo una meta añorada. De hecho, este idea motivó a Brester Ghiselin a analizar con profundidad el proceso creativo de grandes artistas como Picasso pero desafortunadamente las informaciones que obtuvo fueron muy escasas ya que tampoco los grandes creadores saben explicar con gran exactitud sus procesos mentales.

Un estudio muy curioso desarrollado en el año 1931 por Norman Maier muestra cómo, a pesar de que podemos mostrarnos creativos, no tenemos ni idea de qué sucede en nuestras mentes.


El problema de las dos cuerdas

Maier deseaba explorar el proceso creativo en la solución de problemas; así, ató dos cuerdas en el techo de su laboratorio y le pidió a los voluntarios en el experimento que intentasen atar las dos partes que colgaban. El truco estaba en que ambas cuerdas se encontraban muy alejadas de forma que mientras se sostenía una cuerda, no se podía alcanzar la segunda.

Para ayudar a los participantes, en la habitación se colocaron varios objetos que podrían ser utilizados. Estos eran: cables de extensión, postes, pinzas y pesas. Como puede presuponerse, la mayoría de las personas lo primero que intentó fue alargar una de las cuerdas con una extensión para poder alcanzar la otra extremidad de la cuerda.

Pero esta respuesta obvia no satisfizo a Maier que estaba buscando una solución mucho más elegante. Así que le pidió a los participantes que buscasen nuevas soluciones. Como era de esperar, la mayoría de las personas se quedó atónita sin saber qué otra solución buscar.

Detente un momento y busca la solución, es un buen ejercicio para las neuronas.


La solución

Realmente la solución es muy sencilla y nos reporta a una de las leyes básicas de la física mecánica: atar una pesa a una de las cuerdas y provocar una oscilación suficiente como para que la misma llegue a nosotros mientras estamos sosteniendo la otra cuerda.

Pues bien, si has llegado por ti mismo a la solución: ¡Felicidades! Pocas personas lo logran pues la mayoría necesitan algunas pistas extras.

Continuando con el experimento, Maier le brindó estas pistas a las personas desconcertadas pero de forma que estas no se percatasen de que eran señales. ¿Cómo? Maier se ponía a caminar por la habitación siguiendo la trayectoria que podría describir la cuerda con un peso o, accidentalmente, chocaba contra la cuerda y la balanceaba un poco. Con estas pistas las personas llegaban a la solución en un minuto.


El verdadero problema: ¿Cómo lo solucionaste?

Sin embargo, lo que a Maier le interesaba no era la solución sino el proceso que se escondía detrás de esta. Así, le preguntó a las personas si habían recibido alguna pista. La respuesta general fue un rotundo ¡no!

Posteriormente, en una segunda entrevista un tercio de las personas reconoció que había tenido un insight cuando la cuerda se balanceaba. Aún así, al preguntarles cómo habían llegado a la solución, algunos incluso narraban historias muy originales pero que no brindaban ninguna luz sobre el proceso mental de fondo.

En resumen, que aunque podamos haber llegado a esta solución genial, probablemente tampoco ustedes puedan arrojar luces sobre cuál fue el camino que les condujo a la misma. Y es que la creatividad es uno de los procesos mentales más escurridizos de la Psicología Cognitiva.


Fuente:
Maier, N. R. F. (1931) Reasoning in humans: II. The solution of a problem and its appearance in consciousness.Journal of Comparative and Physiological Psychology; 12: 181-194.

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